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La caza y la extinción de especies

El caso del bucardo (Capra pyrenaica pyrenaica)

0 comentarios - 15/05/2017


El último de los ejemplares de esta cabra montesa ibérica murió en el año 2000, eliminando a esta subespecie de la faz de la tierra. A esta situación se llegó tras muchos años de caza salvaje y protección prácticamente nula de la especie, que llevaron a reducir las poblaciones de esta especie hasta un único ejemplar. En el caso del bucardo, las medidas de protección llegaron demasiado tarde y fueron incapaces de subsanar el daño sufrido por la especie a lo largo de los años.

 

Macho de cabra montés de la sierra de Gredos (Capra hispanica victoriae).

El bucardo se diferenciaba de las otras subespecies de cabra montesa por tener un pelo más largo y denso en invierno y la base más gruesa de los cuernos. Pero quizá, su elemento más distintivo era la longitud de su cornamenta, uno de los motivos por los cuales se convirtió en una especie predilecta para los cazadores. La cornamenta de bucardo era un trofeo vistoso del que presumir. Sin embargo, el último ejemplar de bucardo no murió por las balas, ya que según parece, un árbol cayó sobre esta última cabra, poniendo fin a la existencia de esta especie como tal.

Antes de llegar a esta situación se llevaron a cabo distintos proyectos para intentar salvar a esta malograda especie. Los intentos de hibridación con especies similares fueron uno de los proyectos estrella, aunque el resultando final fue un fracaso que ahondó en el problema de viabilidad en el que se encontraba el bucardo.

Uno de los últimos esfuerzos por intentar salvar al bucardo fue recurrir a la clonación. Un arduo y largo proceso que culminó con el nacimiento de un único ejemplar, genéticamente igual a su progenitor, que sin embargo murió minutos más tarde debido a un problema respiratorio. La clonación de esta especie abrió un debate entonces sobre esta especie y si podría resultar un medio efectivo para evitar la extinción de la misma.

El problema que plantea esta última cuestión es que únicamente se disponen de células de hembra de bucardo, por lo que aunque se pudiesen crear más ejemplares, no podría establecerse una colonia viable. Pero además existe otro problema, al ser clones, la reserva genética es idéntica, lo que también resultaría problemático a la hora de que la especie lograse prosperar debido a su pobreza genética.


Todo esto pone de manifiesto que los esfuerzos en proteger las poblaciones animales deben realizarse antes de llegar al punto de no retorno. Es un sinsentido invertir grandes esfuerzos, económicos y humanos, en devolver a la vida una especie de la muerte cuando existen otras tantas que necesitan protección para evitar ese siniestro destino. El bucardo es uno de los últimos ejemplos, pero existen otras especies que podrían unirse a él en los próximos años si no se actúa en consecuencia.

Y es que no hay que olvidar que la caza es uno de los principales factores en la extinción de las especies, otro la transformación del hábitat pero si analizamos la situación de esa especie podemos darnos cuenta de que problemas de hábitat no hay y como se ha visto la extinción fue debida a la caza.

Y aunque los cazadores se empeñen en que gracias a ellos muchos animales se han librado de la extinción, cosa que no es cierta como se puede ver en la extinción de la especie que tratamos, son el gran problema de la disminución de muchas especies e incluso de la extinción y esto por no hablar de razones éticas y morales.

 


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